Che, Mejunje, Leonardo García. Primera Parte
Razones de trabajo me llevaron hace menos de una semana a la ciudad de Santa Clara. Aunque pretendo dejar a un lado las cuestiones laborales, les expresaré algunas experiencias que puedan incentivar a un viaje por la provincia del Che, Leonardo García y el afamado Mejunje. Posterior a unas largas 4 horas de viaje mis compañeros y yo nos alojamos en el Hotel Santa Clara Libre. A punto de desfallecer nos sorprendió una comida que resaltaba por la educación y los buenos modales, los encargados se vistieron de elegancia esmerada y aquel pollo frito nos devolvió la sonrisa después del trayecto.
Posterior a la comida y la formalidad de planificar una agenda apretada, decidimos ir a visitar el parque Vidal, esta es la ciudad de Leonardo García, y vale emigrar por la gran vida cultural y popular que se aprecia en sus calles. Ante nuestros ojos estaba la feria, el teatro y una estatuilla de un niño con una bota en la mano vertiendo agua en una fuente. Nos sentamos cerca de un grupo de jóvenes que destacaban por su alegría, canturreaban, y bailaban, quizás para llamar nuestra atención, no puede ser posible porque los vi divertirse como si nuestro grupo no estuviera cerca de ellos, tampoco comprendo con qué facilidad nos integramos a ellos, pero fuimos vencidos, yo en lo particular no baile y cuasi cante.
Más tarde subimos a las habitaciones donde nos informaron que en dos horas debíamos estar listos para ir a un cabaret, una vez más se aproximaba el peligro eminente de tener que bailar, pero aún tenía tiempo suficiente para aprovechar la vista del horizonte desde un balcón y la poca luz que quedaba con el sol a punto de desvanecer para extrañar algún amor satélite que nos acongoja.
El cabaret fue un lugar muy sencillo, con un show humorístico demasiado corto, después música grabada, había que mover las piernas, casi al embullarme fui salvado por otro show, en este último hicieron un llamado a los artistas dentro de nuestro grupo que quisieran subir al escenario, cupo espacio para un poeta aficionado así que declame. Ya era la hora, había que bailar, y después de que me preguntaran ¿poeta tú no bailas?, no pude escapar durante las próximas 4 horas. Un poco pasada las dos de la madrugada nos dirigíamos hacia las habitaciones para conciliar el sueño hasta las 7:30AM.
Cuando desperté me pregunté como pude bailar casino la noche anterior. El día sería interesante, íbamos a recorrer Villa Clara. Visitamos la dirección del partido donde está la estatua del Che, fuimos recibidos por un guía que nos explicó el significado de las pequeñas figuras que adornan un cuerpo bronceado de mirada tan seria y segura como si fuera a salir caminando a donde solo él sabría. La segunda parada fue el sitio histórico donde se encuentran el tren blindado y la máquina que desmembró la vía impidiendo el abastecimiento del ejército de Batista.
Entre visitas históricas y algunas que otras secciones de trabajo devino el atardecer, esta noche iríamos al Mejunje. En este lugar se cultiva la nueva trova, y la juventud, porque una vez que te sientas en los pequeños círculos que se forman, se generan temas interesantes y polémicos, una alegría y entusiasmo que hace que el tiempo se esfume. Al siguiente día volvíamos a La Habana. La despedida fue en tono alegre y agradecido, prometiéndole a nuestros homólogos villaclareños mostrarle La Habana con el mismo entusiasmo del cual se ha vestido nuestra visita, tras un intercambio de teléfonos y un fuerte estrechón de manos dejábamos detrás una hermosa ciudad.
Publicado el noviembre 16, 2017 en Cuba, Cultura, Curiosidades, Uncategorized y etiquetado en Baile, Che, Cuba, Leonardo García, Mejunje, Santa Clara, Trova, Villa Clara. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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