Un abogado ilustre
Graduado como Doctor en Derecho Civil y Licenciado en Derecho Diplomático en 1950, Fidel desde su bufete, se dedicó fundamentalmente a la defensa de personas y sectores humildes. No era sorpresa entonces que Fidel tomara este camino, pues desde temprano se apreciaba su formación profundamente ética, de gran sensibilidad humana y un profundo interés por los problemas de índole social.
De este modo Fidel planteaba en una entrevista al fraile dominico Frei Betto (1985):
La vida que te conté empieza a crear la sensación de lo que es hacer cosas malas, la violación de una ética, la injusticia, un abuso, un engaño. Entonces, no solo has recibido una ética, (…) empiezas a tener una idea de lo justo y de lo injusto; empiezas a tener también un concepto de dignidad personal. (Raimundo, 1989, p. VI)
Estos fundamentos indiscutiblemente forjaron no solo al hombre, sino también al abogado. Aquel que defendería las causas justas, a los sectores desposeídos de la Cuba de entonces. Esto trascendió, y pasó de ser un mero oficio que ayudaba a algunos, a ser una herramienta para ayudar a todos. También dio paso a la forja de una activa conciencia política sustentada en una convicción profunda, que le permitiera transformar estos anhelos en realidad, para junto con las masas populares que tanto lo necesitaban, liberar a la nación.
En este sentido se destaca acertadamente que a todas estas concepciones se le añadía “la posesión de amplios y sólidos conocimientos de la cultura en general y de la jurídica en particular, dentro de la cual no debe descartarse que estuviera al tanto del contenido de la Declaración Universal de los Derechos Humanos” (Raimundo, 1989, p. VII).
Este es un punto crucial, pues nos brinda una visión en la que confluyen multiplicidad de variables que no solo nos hacen ver al líder revolucionario como discípulo de la obra del Maestro José Martí. Vemos entonces los matices que adquiere su pensamiento. Así podemos vislumbrar como las ideas humanistas de Fidel albergan en sus orígenes otros elementos y cómo estás a su vez se ven canalizadas a través del aseguramiento y práctica de los derechos humanos en Cuba.
Resulta relevante notar que ni sus principios humanistas, ni sus concepciones sobre los derechos humanos se pueden ver desvinculados uno del otro. En tal caso carecería de sentido no solo el análisis de su pensamiento, sino también el discernimiento de cuáles son los orígenes de todas las transformaciones sociales que se han puesto en práctica desde el 1ro de Enero de 1959.
Sin embargo no es la fecha anteriormente mencionada, el único momento a partir del cual se manifiesta con claridad la concepción fidelista de los derechos humanos y el carácter humanista de su pensamiento. Es “La historia me absolverá”, su alegato de autodefensa, el que recoge con maestría y total claridad los puntos claves a desarrollar por el proyecto revolucionario. Por ende este documento se torna también programa político.
A través de este alegato Fidel refiere las 5 leyes revolucionarias que se proclamarían una vez tomado el cuartel Moncada. Con ellas se le da continuidad a las ideas martianas de justicia social. Se hablaba también de premisas que sustentaran estos cambios sociales, y como punto de partida toma a la justicia económica y los cambios políticos para que asegurasen el bienestar y prosperidad del pueblo cubano.
De hecho estas 5 leyes estaban ya contenidas en el programa del Moncada que planteaba 6 puntos fundamentales[1]. Según Raimundo (1989, p. X), dicho programa guarda aspectos de gran similitud con derechos de humanos de contenido económico-social proclamados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
Vemos como las ideas de Fidel vinculadas a la concepción de los derechos humanos, también se hicieron eco de algunos de los derechos civiles y políticos reflejados en la Declaración Universal, tales como la igualdad, la denuncia de la tortura y los tratos crueles e inhumanos. Ello fue resultado también de lo sufrido por el propio Comandante en Jefe y fue fruto de sus más íntimas convicciones.
En momentos tan graves como los que se viven en el mundo, matizado por las agresivas medidas y políticas de austeridad que se toman a favor de los gobiernos atados a transnacionales. En momentos, en los que una avasalladora crisis económica vuelve ciegos a aquellos que imponen terapias de choque a los más necesitados, es cuando se necesitan de grandes hombres y verdaderos defensores de las masas, abogados del pueblo como lo fue y seguirá siendo Fidel.
[1] Dentro de los problemas referenciados están: el problema de la tierra, el de la industrialización, el de la vivienda, el desempleo, la educación y el de la salud del pueblo.
Autor: Alberto Hernández
Publicado el junio 17, 2016 en Actualidad, conocimiento, Cuba, Fidel, Política. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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