Fidel humano, Fidel martiano
Martí en Fidel, es un hecho recurrente que encuentra modos inimaginables de expresarse en diversos momentos de la historia cubana. La importancia que posee ello para el presente análisis es por ende multiplicada al instante, pues es el Apóstol fuente indispensable para todo el genio político expresado en la figura del indiscutible líder cubano Fidel Castro Ruz. Se justifica así el por qué alguna vez Fidel expresó que llevaba en su corazón las doctrinas del Maestro, en lo que fuese su alegato de autodefensa luego de los hechos del Moncada.
No obstante, no solo tenía ya incorporado en sí el ideario martiano sino que fue capaz oportunamente de llevarlo al plano de la praxis en distintos momentos del proceso revolucionario cubano. De esta forma evidencia, tal y como rescatan Guerra, Concepción y Hernández (2004) la influencia que ha tenido Martí en la formación de su personalidad política.
Dentro de los elementos coincidentes en ambas figuras se encuentra el énfasis por alcanzar un sistema político, económico y social más justo. Sin embargo, ambos rescatan que para ello deben constituir premisas el derecho inalienable del pueblo cubano a su libertad plena. Así lo recalcó Fidel (1955), una vez puesto en libertad luego de los hechos del Moncada, en el Manifiesto al pueblo de Cuba.
Para que haya una paz verdadera en la que triunfe la República es indispensable (…) que se respeten como cosa sagrada la persona y los derechos del cubano, que se abran al pueblo de par en par las vías democráticas para el rescate de su soberanía y la realización plena de sus grandes anhelos de justica y libertad. (Guerra, y col., 2004, p. 41-42)
De acuerdo con estas ideas se hacen palpables valores que destacan el humanismo presente en el líder cubano. Estos elementos, resaltan además, como parte consustancial al proceso de transformación social que ya desde esos momentos se anhelaba para Cuba.
Vemos así, como dentro de los idearios del Comandante en Jefe y el Apóstol, se rescata la emancipación del ser humano en su más abarcadora acepción. Se plantea dicho elemento como parte indispensable del buen ejercicio de la independencia, y la soberanía tanto desde el plano individual como social, hallando esta su máxima expresión en el deseo de ver a la Patria libre de cualquier yugo u opresión.
El profundo dolor que emanó de ambas figuras, cada una desde su contexto histórico, al ver cómo eran ultrajados los derechos de los cubanos, es una constante en la obra de ambos. Fidel vio y sintió directamente el oprobio al que era sumida la nación, sobre todo hacia aquel que se atreviese a manifestar su desacuerdo con el imperante régimen. Ello sin dudas es un elemento que dota de un profundo carácter humano al propio proceso revolucionario que él mismo liderara luego. Un proceso justo, incluso con sus enemigos, dando muestras de lo enraizado de los valores y principios que defendió e inculcó también en los demás combatientes.
Si bien Martí, se erige sin lugar a dudas como un pilar dentro del pensamiento humanista de Fidel, no podemos negar que la ideología de este último se encuentra también sustentada por su formación como abogado. Este es un elemento tan evidente que a veces se pasa por alto. La forma en la que logró ensartar las ideas aprehendidas del Apóstol en su visión de la sociedad cubana y la manera en la que con efectividad las trasciende y contextualiza, es titánica y digna de reconocer. Por ello este elemento que concierne a su arista como académico resulta tan importante resaltar.
Publicado por: Alberto Hernández
Publicado el junio 17, 2016 en Actualidad, conocimiento, Cuba, Fidel, Política, seres humanos, Sociedad. Añade a favoritos el enlace permanente. Deja un comentario.
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