A ofrecer mi corazón.
No hizo falta recordárselo a nadie, tampoco pasar correos ni andar voceando por los pasillos. Bastó con poner un par de breves carteles informando que se armaba la valija para ayudar a los trabajadores de la prensa damnificados por Sandy, y se hizo el milagro.
Todos los días llegaba la gente a la revista cargando jabitas, bultos, paquetes y paqueticos, y como lo más normal del mundo, como esos compromisos con la madre o el hermano que ni se quiera se duda en cumplirlos, iban y entregaban su donativo.
Hubo quien compró con su salario artículos para enviarles a los afectados, y también aquel que contó haber echado en la jabita de las mismas ropas que usaba, porque no tenía otra cosa que entregar.
En un parque de Lawton, una señora se quejaba de no encontrar huevos, y cuando alguien especuló que debían haberlos enviado para oriente, cambió la cara y las agrias palabras para comentar: “Ah, bueno, entonces está bien que falten, aunque hoy no comamos tortilla”.
Los de esta Isla seguimos manteniendo intacto, a pesar de tanto vendaval, ese sentimiento hondo y legítimo que enlaza Cuba y corazón, lo traemos casi como dotación genética. Y cuando el asunto es socorrer a un cubano que sufre, no importa si está en el apartamento de al lado, en el otro extremo del país o cruzando el mar Caribe.
Conozco de personas que no durmieron, aquí en la capital, atentos al paso del huracán, cruzando los dedos y hasta rezando para espantar el desastre; a la vecina le cayó mal el almuerzo cuando vio en el noticiero las imágenes con los primeros destrozos, y hay quien, sin nunca haber salido de La Habana, no deja de hablar de la tragedia, como si le hubiera ocurrido a él mismo.
Ha sido conmovedor, hermoso, y también salvador poder constatar cosas como esta. Porque es cierto que hay valores resquebrajados, que la educación, la ternura, la cortesía y hasta el sentido común, a veces quedan extraviados en algún rincón del closet, pero continúan los motivos para repetir junto a Fito “¿Quién dijo que todo está perdido?”
Publicado el noviembre 13, 2012 en Sociedad y etiquetado en Caribe, Cuba, Cuba y corazón, damnificados por Sandy, la habana. Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.
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